Y después de no pensarlo, me fuí para Cali con serias intenciones de alegrarme la vida, desestresarme y alejar las malas vibras de mi por un rato y pues resultó mucho mas que eso... ese fin de semana fué rumba hasta el amanecer, amigos de nunca que parecían de siempre, música interminable, guitarras amplificadas en sonido y fuerza, maracas, tambores, carne mucha, bombones de fresa y uva, poca ropa, mucho sol.
Este fin de semana fué todo lo que quería, tal vez más de lo que esperaba, porque no solo fué diversión o sol besando la piel, sino que también fueron premoniciones y buenas lecturas de pasado y presente... como siempre mensajes grabados en las señales y alguien que las sabe leer, diciéndome lo que ya sé.
Un amanecer a solas y para mi sola, hablándome entre nubes y lagrimas en el ir y venir de la hamaca que me reposaba, miradas varias y sentimientos a flor de piel.
Definitivamente este fué un gran puente literalmente, porque me hizo pasar de la tristeza a las sonrisas que no se me desdibujaban por mas que intentara acomodar mi músculo en su posición inicial.
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